lunes, 2 de julio de 2012

El prisionero del cielo


Son páginas escritas con fuego al amparo de la ciudad de los malditos, palabras grabadas en la memoria de aquel que regresó de entre los muertos con una promesa clavada en el corazón y el precio de una maldición. El telón se alza, el público se silencia y, antes de que la sombra que habita sobre su destino descienda de la tramoya, un reparto de espíritus blancos entra en escena con una comedia en los labios y esa bendita inocencia de quien, creyendo que el tercer acto es el último, nos viene a narrar un cuento de Navidad sin saber que, al pasar la última página, la tinta de su aliento lo arrastrará lenta e inexorablemente al corazón de las tinieblas.


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