jueves, 1 de diciembre de 2011
En llamas.
-Peeta, ¿por qué nunca sé cuándo tienes una pesadilla?
-Ni idea. Creo que yo no grito, ni me muevo, ni nada. Simplemente me despierto paralizado de terror.
-Deberías despertarme- le digo...porque yo interrumpo su sueño dos o tres veces cuando tengo una noche mala hasta que logra calmarme de nuevo.
-No hace falta, mis pesadillas suelen ser sobre perderte, así que se me pasa cuando me doy cuenta de que estás a mi lado.
lunes, 28 de noviembre de 2011
viernes, 25 de noviembre de 2011
El nombre del viento II
martes, 22 de noviembre de 2011
domingo, 20 de noviembre de 2011
Moulin Rouge
That I put down in words
How wonderful life is now you're in the world
sábado, 19 de noviembre de 2011
Recuérdame
sábado, 5 de noviembre de 2011
Tú
viernes, 16 de septiembre de 2011
El nombre del viento
Las palabras son pálidas sombras de nombres olvidados. Los nombres tienen poder, y las palabras también. Las palabras pueden hacer prender el fuego en la mente de los hombres. Las palabras pueden arrancarle lágrimas a los corazones más duros. Existen siete palabras que harán que una persona te ame. Existen diez palabras que minarán la más poderosa voluntad de un hombre. Pero una palabra no es más que la representación de un fuego. Un nombre es el fuego en sí.
jueves, 14 de julio de 2011
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lunes, 6 de junio de 2011
Miradnos, corriendo de un lado a otro. Siempre con prisas, siempre llegando tarde. Somos la raza humana, siempre compitiendo, aunque lo que más ansiamos en este mundo es conectar con otros. Para algunos eso ocurre a primera vista, es cuando sabes que lo sabes, es el destino destilando su magia. Y es genial para esas personas, viven como en un cuento de hadas, van directos, como cuando viajas en un tren expreso. Sin embargo, eso sólo les ocurre a unos pocos, para el resto de la humanidad vivir es menos romántico, suele ser complicado y liado, se rige por meteduras de pata y oportunidades desaprovechadas y sobretodo por no ser capaz de decir lo que necesitas decir cuando debes decirlo.
lunes, 23 de mayo de 2011
2010/2011
miércoles, 18 de mayo de 2011
Vosotros.
Pero en esos momentos aparecen ellos, como Ángeles caídos del cielo te sujetan con todas sus fuerzas, dejándote a salvo, y luchando contra todo aquello que te hiere.
En ese instante, como suspendida en una enorme nube en la que sabes que nadie podrá dañarte, comprendes que darías tu vida por ellos.
sábado, 16 de abril de 2011
miércoles, 13 de abril de 2011
Tú
Era una noche fría y húmeda, tan solo un par de estrellas en el cielo iluminaban su dulce rostro.
Sus manos acariciaban mi pelo, enredando cada mechón entre sus cálidos dedos, mientras sus oscuros ojos atravesaban los míos, fundiéndose en una eterna mirada.
Tras una pequeña fracción de segundo, sentí que sus ojos se perdían y abandonaban los míos.
Lentamente sus delicados labios rozaron mi cuello, provocando el estallido de millones de mariposas en mi estómago.
Estos comenzaron a ascender, con suaves y dulces besos recorriendo todo mi cuello, como si de una sinfonía se tratase, rítmicos y melodiosos.
Mi mente solo me pedía que parara, pero mi cuerpo no parecía pensar lo mismo, pedía mas besos, pedía mas de el.
La lluvia fina y ligera comenzó a caer sobre nosotros, las gotas se deslizaban libremente por nuestros rostros, cruzando mis ojos cerrados como si de un rió se tratase, descendiendo por mi respingona nariz, sintiendo como a pesar de la lluvia sus labios seguían el mismo recorrido mientras me acariciaba la mejilla suavemente.
Todos mis pensamientos se congelaron cuando nuestros labios por fin se encontraron.
Un sabor cálido y agradable se fundió en mi boca. Ese tipo de sabor que nunca se olvida. Sus besos cortos pero intensos seguían deleitándome mientras la lluvia seguía corriendo sobre nuestros labios. Parecia como si el mundo no existiese, me olvide de la lluvia, de la hora, del frió de la oscura noche, solo existíamos nosotros.
Mis manos agarraban fuertemente sus hombros, no quería que se fuera, no quería que ese momento terminara nunca, mientras sus cálidas manos se aferran a mis mejillas.
Sentí su sonrisa en mis labios, parecíamos dos niños, jugando bajo la lluvia con su nuevo par de botas de agua.
Comenzó a despejar de mi cara los mechones de mi pelo mojado y poco a poco se fue acercando otra vez a mi cuello, sentía su respiración entrecortada, a veces incluso nerviosa, mientras se iba acercando al lóbulo de mi oreja.
Una vez llego a donde pretendía, muy bajo y muy pegado a mí oreja, me susurro: te quiero.
Mi corazón se aceleró como si corriendo de mi pecho se fuera a escapar, necesitaba sentirlo, necesitaba verlo, no podía aguantarme mas, quería abrir los ojos para poder ver su risueña sonrisa o sus sonrojadas mejillas, que tanto me gustaban.
Cuando me decidí a abrirlos, una extraña sensación recorrió mi cuerpo, a la vez que mi tonta sonrisa se borraba de mis labios, cuando sus fríos e inexpresivos ojos azules atravesaron los míos, como si un puñal acabara de atravesar mi corazón.